SENSACIÓN AMBIGUA

Esta mañana me enteré de que le dieron el Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa. Por un lado me sentí reivindicado como lector, porque me parece un escritor exquisito. Es, sin dudas, uno de mis cinco favoritos. Pero por otro lado, lo veo como una legitimación, una dosis de prestigio para un tipo que es tan pero tan hijo de puta. No sólo por las ideas nefastas que profesa, sino por el daño que provoca a la sociedad con el esfuerzo que hace para difundirlas. No sé qué razones tendrá, tal vez quedó traumado por alguna experiencia frustrante de su etapa izquierdista y necesita sobreactuar ahora para exorcizarlo de alguna manera. Y encima avala lo que hace su hijo, que es cincuenta veces más sorete que él, si es que tal cosa fuera posible.